Desde 1956, una gran cantidad de beisbolistas dominicanos han jugado en las Grandes Ligas de Béisbol de los Estados Unidos, siendo la República Dominicana el segundo país del mundo, después de los Estados Unidos, con la mayor cantidad de peloteros en los rosters de quipos de la Gran Carpa.
Hace 67 años (1956) que el pionero Osvaldo Virgil, apodado “El Orégano”, se convirtió en el primer dominicano en jugar para un conjunto de Grandes Ligas en la historia
En aquella memorable ocasión Virgil se uniformó para los New York Giants y ahí empezó todo para el rico e inagotable historia de debuts, logros y estrellato de una cantidad cercana a los 100 peloteros de origen quisqueyano, que han desfilado por las Grandes Ligas.
Le siguieron El “Panqué de Haina” Felipe Alou, quien debutó el 8 de junio de 1958 con los Gigantes de San Francisco. Luego, en 1960 debutaron cinco dominicanos más: Mateo Alou, Rudy Hernández, Julián Javier, Juan Marichal y Guayubín Olivo.
Hasta 2023, aproximadamente 1000 jugadores dominicanos han hecho su debut en las Mayores, y esto no para ahí, pues por ahí viene una impresionante camada de prospectos, cuyo enorme talento empuja cada año a los equipos de Grandes Ligas, a tener que promoverlos a la nómina grande.
El 4 de julio de 2023, el torpedero José Rodríguez, de los Medias Blancas de Chicago, de 22 años, se convirtió en el dominicano 990 en debutar en el béisbol de las Grandes Ligas.
Antes que Rodríguez, debutaron en MLB este año, lo hicieron también Carlos Vargas (Marzo 30/Arizona/885), José Hernández (Abril 1/Pittsburgh/886), Jhonny Brito (Abril 2/Yanquis/887), George Soriano (Abril 16/Miami/888).
Tan solo en 2023, según MLB, 269 jugadores representando a 19 naciones, estuvieron en rosters activos de equipos de Grandes Ligas, de estos 104 fueron dominicanos, confirmando al país a la cabeza de este renglón de producción de peloteros, entre las naciones y territorios fuera de Estados Unidos.
En el segundo lugar se encuentra Venezuela, con 62, a la vez que Cuba ocupa el tercer puesto con 21. Les siguen Puerto Rico (19, su segunda mayor cantidad en las últimas 12 campañas), México (15, su mayor total desde el 2005), Canadá (10), Japón (ocho), Colombia (siete, empatado por su segunda mayor cantidad, siendo su récord 10 en el 2022), Curazao (cuatro), Panamá (cuatro), Corea del Sur (cuatro), Las Bahamas (dos), Nicaragua (dos), Aruba (uno), Australia (uno), Brasil (uno), Alemania (uno), Honduras (uno) y Taiwán (uno).
Es importante destacar que no se trata de los números, la carrera de Grandes Ligas de Virgil, aunque de nueve años, no tiene enormes estadísticas. De lo que se trata es que, gracias a su llegada, las puertas fueron derribadas para que el talento dominicano fuera apreciado y valorado en MLB, por lo que entre su debut y 1963, tan solo siete años desde que llegara, otros nueve dominicanos fueron contratados en la “Gran Carpa”, entre los que se incluyen algunos de los nombres más importantes de la pelota dominicana.
Sin Virgil no hay Juan Marichal, no hay Pedro Martínez y no hay Vladimir Guerrero, tampoco hay David Ortiz, los cuatro miembros del Salón de la Fama de Cooperstown con los que cuenta el país en estos momentos.
Sin su influencia no pudiésemos disfrutar de lo que hacen las jóvenes estrellas del momento como Juan Soto, Fernando Tatis Jr. o Vladimir Guerrero Jr., Manny Machado, por solo citar algunos, porque todo empezó con el sabor dominicano que el nativo de Monte Cristi le puso al béisbol de Grandes Ligas.
Influencia Academias MLB
A parte del talento innato de los peloteros dominicanos, no es un secreto que el número de academias de las organizaciones de Grandes Ligas ha jugado un rol determinante en el incremento vertiginoso del número de criollos en las Mayores y no es fortuito el hecho de que nuestro país, lleve la delantera en términos cuantitativos y cualitativo entre los países latinoamericanos.
Las 30 organizaciones de Grandes Ligas cuentan con academias en el país. En el municipio de Santo Domingo Norte hay cuatro, al igual que en Guerra, en Boca Chica hay un total de quince, en tanto que en San Pedro de Macorís hay seis y, finalmente, en Najayo, San Cristóbal está la de los Padres de San Diego, quizás la más moderna en América Latina.