Luis Polonia. Rompiendo la barrera de la estatura, Luis Polonia demostró que tenía el coraje y la entrega para destacarse en el béisbol organizado
Con 5’ 8″ y unas 155 libras, Polonia firmó para el profesionalismo el 3 de junio de 1984, a la edad de 18 años, con los Atléticos de Oakland, luego de presentar sus condiciones por todos los rincones del país.
Era evidente que el jardinero bateaba como el que más, pero los equipos entendían que su físico no estaba ni cerca de lo más idóneo para establecerse en las Grandes Ligas. Sin embargo, Polonia le ganó la carrera a todos los que evaluaron que él no podía llegar.
En los circuitos minoritarios de los Atléticos, el pequeño gigante bateó para .307 en su primera campaña, además de 8 jonrones y 64 empujadas. También se robó 55 bases. Ahí la organización comenzó a percatarse de que no fue un error darle la oportunidad al nativo de Santiago de los Caballeros. Polonia repitió la dosis ofensiva durante tres temporadas más y el 4 de abril de 1987 hizo su debut en las Grandes Ligas, con aquel uniforme verde con amarillo, simbólico de los Atléticos. Promedió .287 en 487 apariciones al plato.
Para 1988, Polonia regresó a la sucursal AAA de la organización, Tacoma, y allí probó que estaba listo otra vez para la gran carpa. En 65 partidos, obtuvo average de .335, 2 cuadrangulares y 27 impulsadas.
La gerencia volvió a llamarlo al equipo grande y, en 84 compromisos, bateó un decente .292. Después de esa temporada entre AAA y Grandes Ligas, Polonia se convirtió en un trotamundos, una especie de jugador que militó para cinco franquicias más en una carrera de 12 años.
Su primer cambio ocurrió el 21 de junio de 1989, donde los Atléticos lo traspasaron junto a Gred Cadaret y Eric Plunk a los Yanquis de Nueva York. Los Mulos del Bronx cedieron a quien luego ingresó al Salón de la Fama: Rickey Henderson. Con los Yanquis, Polonia consiguió un sólido .313, tras disparar 71 hits en 227 turnos agotados. No obstante, los Mulos decidieron cambiarlo antes del Juego de Estrellas de 1990. Lo enviaron el 29 de abril de ese año a los Angelinos de California por Rich Monteleone y Claudell Washington. Ya era su segundo movimiento en menos de 365 días. Eso significaba mucho: cambiar a su familia de sede y volver a empezar en otra franquicia.
Permaneció por tres temporadas en la ciudad de California. Jugó durante ese tramo de forma regular en los jardines, destacándose por robar más de 45 bases en cada una de las campañas. Su mayor total fue de 55 en 1993. Sin embargo, en cada una de eses temporadas fue el jugador que más atraparon en intento de robo, demostrando que no es asunto de ser veloz, sino de saber tomarle el tiempo al lanzador.
Para finales de 1993, el santigüero se declaró agente libre y llegó a un acuerdo con los Yanquis. En su primera contienda sólo participó en 95 juegos. Bateó .311, pero la gerencia no se convencía de que podía ser un jugador regular.
Por eso, los Mulos lo cambiaron en 1995. Pasó a los Bravos de Atlanta, donde se ganó su primera corona de Serie Mundial. Tuvo average de .286 en la serie final, producto de 4 hits en 14 turnos oficiales.
Para febrero de 1996, Polonia se declaró otra vez agente libre y firmó un pacto con los Marineros de Seattle, equipo que lo licenció un mes más tarde en los campos de entrenamientos.
Logró conseguir trabajo con los Orioles de Baltimore, pero también lo botaron después de sólo 58 apariciones al bate. Todos pensaban que estaba acabado.
Varios días después, los Bravos de Atlanta se pudieron en contacto con su abogado y llegaron a un acuerdo. Tomó 33 turnos y conectó 13 inatrapables para un average de .419.
Luego de ese episodio, todo fue historia en la carrera de Polonia, ya que estaba en la postrimería de su carrera y duro dos años sin pisar las Grandes Ligas. Firmó el 11 de marzo de 1997 con los Rays de Tampa Bay, equipo que no le dio ningún chance.
Por esa circunstancia, volvió a la agencia libre y estampó con los Tigres de Detroit para 1999. Le dieron la oportunidad de batear como emergente, cargo que desempeñó con mucha eficacia. A sus 35 años de edad, terminó la temporada con .324.
Para el 2000 llegó su última campana en las mayores. Detroit prescindió de sus servicios y los Yanquis volvieron a firmarlo. Allí se despidió ganando su segundo anillo de Serie Mundial.
Desesperación
Luis Polonia reconocía desde jovencito que tenía el talento para triunfar en las mayores, pero los cazatalentos se mantenían muy distantes de esa percepción. Antes de firmar con los Atléticos de Oakland en 1984, Polonia fue observado por al menos 15 organizaciones de las Grandes Ligas. El problema era obvio: la diminuta estatura del ex jardinero, exactamente de 5 pies y ocho pulgadas. Su situación era tan difícil que hasta le propusieron quedarse con uno de los equipos, pero no como jugador sino como profesor de inglés. Polonia aprendió ese idioma desde pequeño.
“Las academias firmaron a todos los jugadores de gran estatura, antes que a mí”, recuerda Polonia. Y es cierto, las organizaciones le ofrecieron contrato a Epy Guerrero, Neftalí Cruz, Ramón Naranjo, Silvano Quezada, Octavio Acosta, antes que a Polonia.
El más valioso
Allí se alzó con el premio de Jugador Más Valioso, gracias a 162 hits en 528 turnos agotados para un promedio de .307. Además, Polonia dio ocho jonrones, empujó 64 carreras y se estafó 55 bases. “Fue una temporada de novato grandiosa para mí, porque ahí comencé a demostrar que podía batear en cualquier nivel”, asegura el rey de los hits en la pelota dominicana. Luego de ese galardón, cuenta Polonia, duró dos campañas y media más en los circuitos minoritarios de Oakland, “dando cables por donde quiera”. Por ejemplo, en doble AA sólo bateó para .289, pero después de 1985 todos sus averages se mantuvieron en las menores sobre los 300 puntos, con .301 y .321, respectivamente.
Polonia se mantenía con un sólido promedio de .335 en AAA, cuando recibe el nuevo llamado para regresar a las mayores. “Resulta que Mark MGgwire estaba en prácticas de bateo y dio un foul fortísimo que golpeó a Jenninggs, enviándolo a la lista de incapacitados”, cuenta Polonia. Eso sirvió para que Polonia se mantuviera ocho temporadas consecutivas en Grandes Ligas, sin poner un pie en las menores.
Lesiones lo llevaron a Grandes Ligas
Mientras Polonia producía como el que más en Tacoma, sucursal AAA, fue llamado para subir a las mayores. Sin embargo, la gerencia le informó que seria tan solo unos días, por lo que no trajera todas sus pertenecías consigo. “Hice caso omiso a todo eso y me llevé toda mi ropa porque no quería regresar a la triple A”, rememora Polonia. Polonia había sido llamado debido a que los jardineros Dwayne Murphy y Mike Davis chocaron intentando atrapar un elevado. Ambos estaban lesionados, siendo uno de ellos operado días más tarde de la llegada del dominicano. Polonia se mantuvo el resto de la temporada de 1987 en el equipo grande, producto de la decente labor que consiguió con el madero. “Me quedé y resolví”, dice el nativo de Santiago, quien concluyó con .287, 4 cuadrangulares y 49 empujadas, además de 29 hurtos en 36 intentos.
Bueno, pero malo
Después de retornar a las mayores, los Atléticos cayeron en la Serie Mundial de 1988 frente a los Angeles Dodgers.
Por esa situación, los Atléticos querían fortalecer el equipo y pasaron un paquete de jugadores, incluyendo a Polonia, a los Yanquis de Nueva York a cambio de Rickey Henderson. Con esa transacción, Polonia conquistó su sueño. “Era un anhelo para mí jugar en Nueva York y más con los Yanquis, equipo de tanta tradición para los dominicanos”. Sin embargo, su permanecía en la Gran Manzana fue limitada a causa de dos factores: poco tiempo de juego y mucha presión.
Dolor de cabeza
Por su actuación en su temporada de novato en las mayores, Polonia tenía la certeza de que no sería bajado otra vez a las menores. Sin embargo, la vida le jugó de forma “sucia”. Durante la temporada muerta, los Atléticos consiguieron los servicios de Doug Jennings, mediante la regla 5, el cual explica que el jugador se debe mantener en las Grandes Ligas toda la temporada. Eso produjo que Oakland tuviera que mandar a Polonia de regreso a las menores y dejar en las mayores Jenninggs y Stanley Javier, quien también podía ser tomado por otro club si era bajado a los circuitos minoritarios. “Pensé en irme para mi casa, ya que no era posible que me enviaran a las menores si tuve un buen año. Stanley se sentó a hablar conmigo y me convenció de que no me podía ir de la organización”, manifiesta Polonia. “Me fui para las menores y volví a prenderle fuego a la AAA”, aseguró. Además, recordó que aunque lo bajaron, le siguieron pagando sueldo de Grandes Ligas.
Casi gana un título de bateo
Cuando Polonia pasó de los Mulos del Bronx a los Serafines de California, su nueva organización lo utilizó a diario como jardinero izquierdo o bateador designado.
Polonia sólo agotó 23 apariciones al bate con los Yanquis mientras que con los Serafines sumó 413 para un total de 436. Resulta que el dominicano estuvo coqueteando con el liderato de bateo del joven circuito. Polonia finalizó la contienda bateando .336. “Ese año me faltaron 40 apariciones al plato para ganar el título de bateo. Lo malo fue que la gerencia me comenzó a sentar para que mi valor no aumentara en el mercado. Comenzaron a darle chances a novatos cuando yo estaba teniendo una gran temporada”, recuerda Polonia.
Esa temporada George Brett se alzó con el liderato de bateo, gracias a un promedio de .329.
“Me controlaron. Quedé con promedio nominal de .336. No estaba en mi control. En el fondo, yo sabía que era la gerencia y no el mánager Doug Rader”, recalcó Polonia.
Aprendio de tropiezos
Luis Polonia se caracterizó por robar un buen número de bases, pero también por ser atrapado con frecuencia. Comandó la Liga Americana en intentos fallidos en tres temporadas consecutivas: 1991, 1992 y 1993. “No había experiencia; era llegar e irme. Era a base de velocidad y no de inteligencia”, argumenta Polonia, quien se robó más de 50 almohadillas en dos oportunidades.
Quería volver a Nueva York, pero siendo un pelotero completo
Polonia se fue de los Yanquis en 1990 con un fuerte remordimiento. El santiaguero quería retornar, pero siendo un pelotero completo para no permanecer en la banca como en la pasada ocasión. Cuando retornó en 1994, Polonia se encontró con unos Yanquis renovados, que tenían a Don Mattingly, Paul O’Neill, Danny Tartabull, Wade Boggs, entre otras estrellas más. Sin embargo, se le dio un poco de chace y las cosas no terminaron bien. Jugó un año más hasta que los Yanquis activaron a Darryl Strawberry y dejaron ir a Polonia a los Bravos de Atlanta, donde ganó un anillo de campeón.
Jonrón que no se olvida
Cuando Polonia pasó a los Bravos, el equipo asistió a la Serie Mundial contra los Indios de Cleveland. Polonia agotó turnos como bateador designado cuando los partidos se escenificaron en la Liga Americana. “Jugué los tres partidos que se celebraron en la casa de los Indios y conecté un jonrón contra Orel Hershiser, uno de los mejores lanzadores de la época”. presión.
Béisbol mexicano
Llegó a México en 1997 luego de firmar con los Rays de Tampa, equipo que aún no había debutado en las mayores. “Allí me convertí en un asesino. Lo peor que bateé fue .364”, recuerda Polonia. La expectativa era jugar un año en México y luego regresar a Grandes Ligas en 1998 cuando el club de Tampa hiciera su debut. “Llegó el 1998, pero el equipo me dejó en México a pesar de que me pagaban como en Grandes Ligas”, explicó.
Nacimiento:
Santiago, Rep. Dom. | Estatura: 6′ 1″ | Peso: 175 lb.
Nació: 10/12/1937
PROM: .257 | H: 1469 | HR: 78