República Dominicana, es un país donde el béisbol está tan arraigado en la población como la propia religión católica, una nación cuya mayoría de sus habitantes llevan ese deporte en la sangre; y en la que casi todos los jovencitos, no importa la época, en algún momento de sus vidas, han soñado con firmar como profesionales y abrirse paso hasta llegar a las Grandes Ligas.
En ese contexto nació, creció y se desarrolló el banilejo Miguel Tejada, ex estelar pelotero de Grandes Ligas, quien al igual que miles de mozalbetes quisqueyanos, desde muy niño acarició siempre ser firmado como profesional, y abrirse paso (como bien lo logro), hasta establecerse como uno de los mejores de su época, tanto en el béisbol de Estados Unidos, como en la pelota otoño-invernal dominicana con las Águilas Cibaeñas, su equipo de toda la vida.
Oakland no quería firmarlo por ‘chiquito’… Además no corría
En ese entonces, Miguel Tejada estaba siendo azuzado por el experimentado ‘cazatalentos’ dominicano Enrique Soto, quien conociendo las cualidades de su pupilo, se lo presentó en el terreno a varias organizaciones de MLB, entre ellas los Atléticos de Oakland.
“Enrique me llevó al campamento de reclutamiento de Oakland, que en ese entonces funcionaba en el viejo estadio La Normal”, recuerda Miguel. “Ese campamento era dirigido por el inmortal Juan Marichal, quien pese a la insistencia de Soto, no me quería firmar porque me encontraba bajo de estatura (‘chiquito’ en buen dominicano), por lo cual tuve que dar 14 viajes donde Marichal y su equipo para que me firmaran”.
“Me vieron todas esas veces pero no me querían firmar porque me veían muy chiquito de estatura y también argumentaron que yo no corría”, reitera Tejada exhibiendo siempre una gran sonrisa”.
“Ellos (Oakland) no me querían, pero Enrique Soto insistió y les decía que si no lo hacían, posiblemente se estaban perdiendo al pelotero que en el futuro sería la estrella de esa organización en Grandes Ligas”, revela el ex astro de MLB. “Soto también le dijo a Marichal y su equipo: “Escuchen, se están desaprovechando del pelotero de Grandes Ligas de ustedes, el que los va a poner a sonar aquí en este país”.
Toledo no lo quiso
Recuerda Tejada que, en su afán por conseguir una firma para él, Enrique Soto lo llevó ante Eddy Toledo, scout de los Mets de New York en el país, “quien me vio entrarle a palos a un equipo formado por sus mejores prospectos, los viajantes, firmados, Doble A y Triple A bastante cotizados en esa organización, y ante la insistencia de Soto, quien le aconsejó firmarme, asegurándole que yo sería una estrella de Grandes Ligas, Toledo respondió lo siguiente: “Contra, quiero firmarlo porque se me parece mucho a José-Mackey-Moreno”.
“Pero con todo y eso no me firmó, así de extraño es el béisbol y las sorpresas que da la vida”.
Cuando finalmente Oakland se decidió por firmar a Miguel Tejada en 1993, fue por un pírrico bono de 2 mil dólares, el cual según confiesa el ex toletero banilejo, “Me lo gasté en una sola compra que hice en Plaza Lama de la avenida Duarte”.
“Recuerdo que la tasa del dólar para cambiar estaba al 12.50 pesos dominicano por cada dólar, por lo que la totalidad del bono ascendía a unos RD$25,000.00”, dice Miguel. “Ese bono ahora se ve como que no es nada, pero para la época era bastante dinero para mí y mi familia, porque nadie debe olvidar que vengo de una familia que vivíamos en extrema pobreza, no teníamos de nada, ya que en ese tiempo mi papá era un ‘echa días’ que lo que hacía era ‘encorchar’ rigolas’ y ganaba muy poco dinero, lo que no alcanzaba para mantener dignamente a nuestra numerosa familia, ya que éramos 13 hermanos, sin contar a papá”.
“Mi papá, fallecido, se llamaba Julio César Tejada (Daniel), nosotros somos 13 hermanos, la gran mayoría hembras, yo soy uno de los más pequeños”. “Mi madre, también fallecida, se llamaba Esterbina Martínez
¿Cómo tomó su papá la noticia de su firma?
Tejada explica lo complicado que fue para él darle a su padre la noticia sobre su firma, y sobre todo hacerle entender la importancia que para la economía y estabilidad familiar, significaría eso en el futuro.
“En ese entonces, mi querido e inolvidable papá, no sabía nada ni estaba pendiente a firmas de peloteros para el béisbol profesional”, asegura. “Ahora es que los papás saben bien lo que es y significa la firma de un hijo suyo para el béisbol profesional, antes no estaban conscientes de nada”
“Recuerdo que fui un día y le di la noticia de que había sido firmado, a lo que él me respondió con la siguiente pregunta: ¿Y qué es eso de que te firmaron, para qué y para dónde?”
“Le respondí, que para ser pelotero profesional, y él medio alarmado me dijo: “Mira muchacho eso de ser pelotero profesional es muy difícil, siga jugando ahí en su liga Campesina”. “Pero Enrique Soto le explicó a mí papá que me acababan de firmar para Oakland y que me iba hacia el complejo de ellos, hasta que al fin entendió, pero con todo y eso continuó trabajando y viviendo su vida normal de obrero en Baní”.
Reacción del pueblo
“En cuanto a mi pueblo y relacionados, yo creo que en Baní ni siquiera creían que me habían firmado, porque yo pertenecía a la parte alta, que es la más pobre de municipio, y en ese entonces había un escucha muy famoso que le decían ‘La Moña’, que era quien firmaba la mayoría de los peloteros banilejos, pero casi todos eran de la parte de abajo”, refiere Tejada.
“Pero yo tuve la suerte de que Enrique Soto se dividió de ‘La Moña’ y logró mi firma”. “Y la gente no lo creía, pero después con el tiempo se fueron concientizando y comenzaron a manejar el tema en cuanto a la realidad de mi firma. “La gente comenzó a creer de verdad cuando me dieron el bono de los 2 mil dólares. Cuando vieron que hice una grandiosa compra con ese dinero, llevando de todo a mi casa”.
¡Al fin! supe lo que era una verdadera compra
Tejada relata que se gastó el bono completo y algo más en Plaza Lama, cuando “al fin, supe lo que era una compra de verdad en toda mi vida”.
Entre risas, Miguel recuerda que “cogí para Plaza Lama e hice una gran compra, una compra de verdad con la que mi familia duró comiendo como 4 meses, ya cuando me fui para el complejo de Oakland dejé a mi familia comiendo bien”.
“Compré tantas cosas que al final le quedé debiendo a Enrique Soto, quien me acompañó ese día”, recuerda el ex pelotero. “Porque me llevé el bono completo de 2 mil dólares con la tasa de cambio al 12.50, por lo que totalizaba unos RD$25 mil, y en Plaza Lama cogí una cama, unos muebles, TV, Nevera, Radio y cuando esa cuenta vino de allá para acá me pasé como con RD$10 mil, los que pagó Soto”.
Miguel continúa sonriendo y agrega: “Soto, siendo solidario conmigo, pagó también unos pantalones, dos pares de tenis y dos polo- shirs”. “Pero recuerdo que yo estaba feliz porque regresé a mi casa con un camión lleno con de todo para mi familia y eso significaba mucho para todos en ese momento”. “En ese tiempo RD$25 mil era mucho dinero para gastarlo en trates, pero me sentía bastante bien porque ya en mi casa teníamos dónde sentarnos, y no tenía que ir a la casa ajena a ver televisión”.
Acomodé a mi papá
“Gracias le di a Dios porque ya mi papá podía sentarse a ver la noticia por televisión, había agua fría, vendíamos hielo, y entonces me fui para el complejo de Oakland, muy contento y le dije a mi papá, bueno con todo lo que traje para la casa, ustedes van a comer bastante tiempo”, enfatizó Tejada.
Miguel Tejada resalta que al llegar por primera vez a ligas menores, tuvo que pasar muchas situaciones incómodas, especialmente por su gran limitación al no saber hablar inglés.
“Sin embargo, el momento más jocoso que tuve en las menores fue cuando estaba en la Liga de Oregón, en Memphis, donde yo era el único latino que había en ese equipo”.
“Cuando fui por primera vez a esa liga, llegué solo, era el único latino en ese equipo, esa es la liga de los draffts, y la costumbre era que la familia venía a buscar los jugadores para llevarlos a sus casas”. “Y todo el mundo se llevó a su pelotero y yo solito esperando que llegara alguna familia a buscarme, y no me fueron a buscar, por lo que tuve que amanecer dos noches corridas en el estadio”, agrega.
“Jugaba, me bañaba y me quedaba esperando que alguien me fuera a buscar, lo que no sucedía y por eso tenía que amanecer en el play”, cuenta el ex jugador. “Pero me tocó la suerte que el hijo de una familia bastante adinerada, estaba tomando clases de español, entonces se enteraron que yo hablaba español, por lo que me llevaron para su casa y me instalaron junto al muchacho en su habitación, para que yo hablara español todo el tiempo con él”.
“El me enseñó algo de inglés y yo a él algo de español”. Sus padres me pagaban a mí para que yo hablara mucho con él, nos íbamos para todos los lados juntos”. “O sea, estaba ganando dinero por enseñar ese muchacho a hablar español, y más aún, se reunían muchos amiguitos de él porque querían oírme hablar español, me preguntaban también el significado de muchas palabras, e incluso me dejaban caer mis 5 y 10 dólares de vez en cuando”, dice Miguel. “Después del juego me esperaban y se reunían conmigo para conversar”.
Recuerda como la parte más jocosa de esta historia a su arribo en ligas menores que “viviendo en la casa de esa familia, que era una mansión, ya que ellos eran inmensamente ricos, dueños de la compañías constructora de los tractores Caterpillar, una noche, ante la desesperación por comer arroz, se me ocurrió ponerme a cocinar en aquella cocina de lujo”. “Cogí una olla de presión y empecé a hacer un arroz blanco y lo dejé quemar tratando de hacer concón”, recuerda. “La olla empezó a tirar humo, yo asustado, casi me estaba muriendo de la vergüenza, la cocina olía a humo y arroz quemado por doquier. Sin embargo, cuando llegó la señora creí que me iba a pelear o reclamar, pero me dijo en inglés que no había problema y terminó llevándome a un restaurante mexicano, donde me hicieron un arroz con pollo y salsa, del cual me di tremenda jartura”.
«Mi primer viaje a Ligas menores me llevé una maleta vacía”
Otro episodio jocoso que relata Tejada vivido al inicio de su carrera es “que en mi primer viaje a Estados Unidos a jugar en las ligas menores, me llevé una maleta pero vacía”. “No tenía nada dentro, me la llevé vacía porque no tenía dinero con qué comprar ropa”.
“Andaba sin dinero, porque me había gastado el bono de firma, incluso yo ya debía dinero en República Dominicana, por eso es que andaba con una maleta vacía”, recuerda entre risas en gran pelotero.
Interés por el inglés.
En cuanto a la cómo pudo vencerla difícil barrera del idioma inglés, Miguel relata que “siempre escuché hablar de lo importante que es hablar inglés para nosotros los peloteros, por lo que desde que me firmaron y llegué a ligas menores me propuse aprender”.
“Lo que hacía era ver los titulares de los periódicos, especialmente los que se referían a los juegos de béisbol, compararlos con la fotografías y así los iba relacionando y aprendiendo cada día más”, explica. “También veía y leía muchos muñequitos, esto me ayudó bastante hasta que finalmente pude aprender a hablar inglés, lo que definitivamente me ayudó bastante en cuanto a poder comunicarme y relacionarme con mis compañeros peloteros a lo largo de toda mi carrera”.
Miguel confiesa que era en su niñez y aún después de firmar como pelotero profesional “era un liceísta empedernido, al igual que mi fallecida madre Esterbina Martínez, a quien le había prometido que si algún día yo llegaba a ser pelotero, jugaría con el Licey”.
“Pero Dios tiene su destino forjado a cada quien porque antes de llegar a las Águilas, fui a practicar con el Licey, porque yo era el equipo con el que simpatizaba desde niño, pero el Licey tenía su equipo hecho para ese año, además de que también tenía sus peloteros jóvenes novatos del futuro, entre ellos a Luis Castillo, Ronny Belliard, Andrés Duncan, entre otros”, expresa Tejada.
Ante esa situación y el gran deseo que tenía yo de jugar con el Licey, pedí a la directiva que solo me permitieran firmar, para sentir que jugué con el equipo de mi vida, pero ellos me dijeron que ni siquiera podían firmarme bajo esos términos”, agrega.
“Sentí que en ese momento simplemente yo no cabía en el Licey, pese a que venía de tener un gran año en ligas menores”, relata Miguel. “En ese entonces el jefe en el Licey era don Monchín Pichardo, pero yo me sentí mal en ese momento, porque le había prometido a mi mamá Esterbina Martínez antes de ella morir (fallecida cuando yo tenía 13 años), que cuando yo fuera pelotero iba a jugar con el Licey. Nunca le mencioné a Estados Unidos porque ella no sabía qué era eso, pero ella era liceísta empedernida, recuerdo que se lo prometí”.
Pero Dios siempre sabe lo que hace y se encarga de poner todo en su justo lugar”, enfatiza Miguel. “Resulta que por no caber en el Licey, llegué al equipo de las Águilas, al que considero el más grandioso con el que estuve en mi carrera”, y eso ha significado mucho para mí, me marcó el resto de mi vida”.
“El yo jugar con grandes peloteros aguiluchos como Tony Peña, Félix Fermín, Luis Polonia, influyó decisivamente en que me convirtiera en el pelotero que fui, porque yo estaba en el dogout viendo Jugar con las Águilas, ha sido lo más grande”, afirma el ex astro de Grandes Ligas”.
“Esa vez, después de mi fallido intento por jugar con el Licey, Juan Marichal instruyó a su sobrino, Chago Marichal, que era quien trabajaba con él, para que me llevara a las Águilas”, y ahí empezó toda la magia de mi carrera”.
“Al día siguiente me reporté a las Águilas y practiqué en la mañana, luego me llamaron para la oficina y pensé que había algún problema”, narra. “Pensé que me iban a votar también como sucedió con el Licey, le comenté a Chago lo siguiente: “Bueno si me votan, el equipo más cerca que me queda es el de las Estrellas Orientales. Sin embargo, me llamaron para la oficina, donde estaban Quilvio Hernández y don Tito Hernández, además de don Papy Bisonó.
“Don Tito me dijo: “Mire novato, ese contrato que está ahí fírmelo, que de ahora en adelante, usted es un pelotero aguilucho. Y yo me dije: ¿Cómo, ya pertenezco a un equipo de invierno?
“Quería al Licey pero dejé eso en un segundo plano, porque ya yo lo que estaba era buscando el moro de la familia como pelotero profesional”.
Tito me abonó RD$20,000.00
Tejada cuenta que “lo más grande que me sucedió ese día con las Águilas cuando firmé el contrato es que don Tito Hernández me dijo: “Para que usted no se vaya para su casa así, pase donde la secretaria para que le entregue 20 mil pesos para que vaya, coma bien y se prepare allá, porque el año que viene lo quiero ver aquí”.
“Este gesto de don Tito fue grandioso y significativo para mí como pelotero joven en ese entonces, porque yo no había hecho el equipo, ya que también las Águilas tenían en ese momento un trabuco y no tuve chance de hacer el roster”, agrega.
“Cuando me dieron esos 20 mil pesos abrí la boca y dije wow, entonces cuando llegué a mi casa con esa cantidad, pude resolverle muchos problemas a la familia en mi casa”, Manifiesta Miguel. “Eso fue en 1994, y me dije que si me habían dado RD$20,000.00 sin tirar una pelota, en ese equipo era que yo tenía que fajarme”.
“¿Por qué soy tan Aguilucho?”
“Pero lo más importante que me sucedió en todo mi tiempo en las Águilas, y por lo cual yo siempre he dicho que ese amor, respeto, admiración y agradecimiento que yo tengo por ese equipo, es por lo que don Tito y su familia hicieron por mí después de que yo firmé para jugar invierno con ellos”, resalta. “Don Tito tenía una finca en Barahona y él, cada vez que venía desde allá, entraba a Baní a saludar a mi papá, siendo yo un novato, que no había hecho nada en pelota”. Él entraba y le llevaba víveres, plátanos y yuca a mi papá, así como chinas, naranjas y mi papá me llamaba estando yo en Estados Unidos y me lo decía y eso me impactó y marcó para siempre.
“Aquí estuvo el dueño de las Águilas, me decía mi papá cuando me llamaba por teléfono”, dice Miguel. “Yo me sorprendía y le respondía: “Cómo, ese hombre entró por ahí”.
Recordó que “luego, don Tito lo hacía llamando a mi papá para que saliera a la carretera y lo saludaba y entregaba todas esas cosas que traía de su finca”
“Yo decía siempre wow, ese hombre se apartó de la carretera para entrar a ese campo, eso me impactó para siempre. “Después cuando yo llegaba al país, siendo un novato me llamaba siempre a la oficina y me preguntaba que si necesitaba dinero por adelantado y me daba para que yo fuera a comprar lo que quisiera”, destaca el ex pelotero, respecto a su gran relación con la familia Hernández.
“Yo creo que don Tito siempre estuvo claro en que yo iba a ser una estrella”. Yo le agradezco a su familia, también su hijo Quilvio y su familia, al igual que su papá siempre me siguió tratando con gran respecto cuando era gerente y por eso siempre pensé, me decía y así demostré, que no había obstáculo que me impidiera a mí regresar de MLB y jugar siempre con las Águilas, por eso nunca permití que ningún equipo me prohibiera hacerlo, porque sentía que no tenía con qué pagarle a ese equipo el gran trato que me habían dado a mí y mi familia”, manifiesta.
Tejada refiere que “por lo que don Tito y su familia hacían por mí, me hicieron sentir que fui siempre un distinguido privilegiado del equipo, por obtener todo ese cariño que me dieron los directivos y después cómo me querían los fanáticos, ya que donde quiera que yo iba en Santiago, siendo un muchachito, me daban abrazos y me hacían sentir como si fuera yo un santiaguero cibaeño de pura cepa”.
“Los santiagueros, donde quiera que estaban, me hacían sentir a mí como un cibaeño, un gran aguilucho, un ídolo de verdad, por aquel cariño y devoción con que me abordaban”, expresa con satisfacción Tejada. “Y eso me marcó como aguilucho, por eso yo salía al terreno y sentía que no había nada más importante que hacerlo bien cada vez que me ponía ese uniforme”.
Emoción
Miguel confiesa que “viendo a esos tipos jugar, observando cómo ellos salían y entraban duro al terreno, ver cómo ellos jugaban sin importar el dinero, ese aprendizaje me ayudó e influyó muchísimo en mí. El yo jugar un día segunda base y Félix Fermín el siore, eso me marcó, además el yo apararle un tiro a Tony Peña y el ver a Luis Polonia decir: “A ese pitcher le voy a dar una línea para el jardín derecho y lo daba, y verlo decir que le daría un jonrón por el bosque izquierdo y darlo, vivir eso es una emoción casi indescriptible”.
“También, el que un pelotero se vea en el dogout junto a ese tipo de jugadores formando parte de un mismo equipo debe ser motivo de orgullo”. El haber jugado para las Águilas en ese tiempo cuando también estaban Moisés Alou, Stanley Javier, Miguel Batista, José Lima, Alberto Castillo, entre otros”, no se compara con nada que haya logrado en mi carrera”, puntualiza.
Mis mejores momentos en el béisbol profesional los tuve con las Águilas, porque yo tuve la mala suerte (como no tienen otros) de que en Grandes Ligas no llegué a jugar con los grandes equipos, no pude ponerme un anillo, a pesar de ser una súper estrella”, señala Tejada. “Pero si hay algo que me ha hecho sentir orgulloso toda la vida, es que pude jugar 20 años con las Águilas Cibaeñas, y con ese equipo logré una once coronas e igual número de anillos, además de varios títulos de Serie del Caribe.
“Entre las Águilas y Series del Caribe, es donde yo siento que ha estado mi mayor gloria como pelotero, porque repito, nunca tuve la dicha de ganar un anillo en MLB. El haber jugado en la liga dominicana con un solo equipo, por eso es que siempre he dicho que con las Águilas me sentí siempre como el Derek Jeter de los Yankees, porque yo siento que he sido parte siempre de esa familia, crecí en las Águilas, me realicé y me retiré y todos los logros que conseguí con ese equipo me han llenado de orgullo siempre”, expresa con orgullo.
Orgulloso
“Yo dejé un legado ahí en las Águilas Cibaeñas y en Santiago, y me siento orgulloso a pesar de que en Grandes Ligas no tuve esa oportunidad, el tenerla con mi equipo mamey y estar en un grupo selecto de ese equipo, el que me mencionen con Chilote Llenas, Miguel Diloné, Tony Peña, Luis Polonia, Stanley Javier, el yo estar ahí y que citen mí nombre, eso es grandioso y un orgullo, para mí”.
Miguel relata que cuando fue llamado para debutar en Grandes Ligas en 1993 con Los Atléticos de Oakland, “juro que la noche entera no dormí, le di la noticia a mí papá y el viejo se puso a dar gritos”.
“Recuerdo haberle dicho al encargado de viaje que me pusiera en el primer vuelo disponible porque no quería llegar tarde al estadio, siendo ese el día de mi debut, el que tanto había esperado”, explica Tejada.
“Yo estaba en Memphis Doble A de Oakland, estábamos jugando de visitante en esa ciudad, y le dije al encargado de viaje que me pusiera lo más temprano posible el vuelo”, recuerda. “Me pusieron en un vuelo a las 5:00 de la mañana, llegué a las 7:000 a.m. a Oakland y me mandaron a buscar en el carrito de la mascota del equipo. Pero como sabía poco inglés, el tipo me preguntó que si me llevaba al hotel o al play, y yo como estaba bastante ansioso por llegar al equipo le respondí que para el play, por lo que llegué al estadio a las 7:00 de la mañana, cuando el juego ese día era a las 7:00 de la noche”.
Refiere Miguel que cuando llegó al estadio, ni siquiera la seguridad del equipo había llegado y que lo más incómodo era que él andaba con cuatro maletas”.
“Recuerdo que el empleado del equipo con el que me mandaron a buscar al aeropuerto me dejó frente al club house y yo agarré mis maletas y me tiré ahí hasta que me quedé dormido, entonces cuando llegó la seguridad me despertaron y me preguntaron qué hacía yo ahí tan temprano y les respondí que era mi primer día y que ya yo estaba ahí dispuesto a jugar”. “También recuerdo bastante bien la cara de sorpresa que pusieron esos señores al verme ahí a esa hora tan temprano, ya que faltaba prácticamente el día entero para la hora del juego”.
Primer día en el line-up
“Cuando llegué al club house de Oakland y vi mi nombre en el line-up de esa noche me dije: ‘Wow’ Migui lo lograste y de inmediato agregué que ‘Dios me ilumine y me ayude a mantenerme por mucho tiempo arriba”, expresa Tejada. “También fue la primera vez que vi mi apellido en una chaqueta en la parte de atrás con el numero 4, y gracias a Dios fue en un equipo de Grandes Ligas”.
“Debuté el mismo día que me subieron, estaba nervioso, no lo puedo negar porque como tú sabes, no importa lo que tú hayas hecho en las menores, la incógnita de preguntarte oye ¿cómo lo haré aquí arriba?, de por sí eso implica presión”, agrega Tejada. “Pero como yo ya estaba impuesto a jugar bajo esa presión en la pelota de invierno, en esas series finales con las Águilas, lo pude manejar con menos dificultades”.
Refiere Miguel que “el primer día me tocó un reto fuerte, que fue enfrentarme a los Yankees, frente al zurdo Kenny Rogers, un duro en su tiempo”. “Al día siguiente me tocó el japonés Hideki Irabu, luego me encuentro en Los Ángeles con Hideo Nomo, a quien por cierto le di mi primer hit en Grandes Ligas y me dije, Dios mío cuándo es que me va a tocar un pitchecito más o menos”.
“El segundo día en Los Ángeles Dodgers me tocó Ramón Martínez y no fue algo agradable para mí, ya que ese hombre me dio dos tremendas partidas de bate, recuerda con una sonrisa”.
Momento más emocionante con Oakland
“Para mí lo más emocionante que viví en Oakland fue aquella racha o cadena de 20 juegos ganados en forma consecutiva y la gran incidencia que con mi actuación, tuve para ayudar a conseguirla”, enfatiza el ex pelotero.
“Yo fui uno de los pioneros con mi actuación en esa racha, creo que esa fue la que me dio el premio de Jugador Más Valioso, porque creo que en esa racha, tuve incidencia decisiva como en 10 de los 20 triunfos seguidos”.
El triunfo 20 consecutivo
“Ese juego número 20 el último triunfo de aquella memorable racha, fue el más emocionante de todos, ya que estábamos ganando 11-0 contra los Reales de Kansas y nos lo empataron y se fueron arriba, nosotros con nuestro mejor pitcher Tim Hudson, pero éramos home club, terminamos ganando con aquel emocionante jonrón decisivo de Scott Hatteberg”, explica. “Pero lo más chistoso de ese juego fue que el lanzador estelar de nosotros no pudo mantener la amplia ventaja que le dimos y le hicieron 11 carreras, algo increíble”.
El apoyo de Rafael Bournigal en Oakland
“Esta persona que voy a mencionar no significó mucho para mí en cuanto al apoyo económico, ya que mayormente nosotros los peloteros de Grandes Ligas a los novatos los apoyamos más económicamente que otra cosa”, señala Miguel.
“Pero esta persona me apoyó a mí, a mi llegada a Grandes Ligas en Oakland, me ayudó más en lo familiar que en otros aspectos, su nombre es Rafael Bournigal, aquel pelotero hijo del cronista deportivo Jorge Bournigal, quien por muchos años trabajó para los Leones del Escogido”, resalta.
“Él (Rafael), estaba en Oakland cuando me subieron, mandó a colocar mi locker junto al suyo en el club house, me sacaba temprano para la práctica, se sentaba conmigo a hablarme de muchas cosas familiares, de quién iba a ser yo en el futuro, y me decía que me preparara en ese momento para que en el futuro pudiera afrontar con éxito me rol de estelar con en equipo, además me llevaba a comer y me indicaba cómo debía sentarme almorzar en una mesa, incluso cómo agarrar un cubierto y un cuchillo”, realmente he agradecido siempre su dedicación a mí en esa época y nuestra relación ha sido siempre excelente”, cuenta Tejada.
“Bournigal me ayudó bastante en el aspecto humano y mi educación personal. “Digo esto porque cada vez que yo daba un paso después que él se fue lo recordaba y me hacía falta, lo llamaba para consultarlo”. Luego él se fue a Tampa a trabajar, pero lo más importante era que siempre me hablaba de la importancia de la familia, yo veía su esposa, sus niños y yo siempre quise imitarlo a él, verme como ese Rafael Bournigal que vi cuando llegué al equipo grande de Oakland”, agrega.
En Baltimore, quiso ser como el gran Sammy Sosa
Sobre su estada en Baltimore, Miguel considera que tuvo muchos momentos espectaculares con los Orioles, “especialmente el chance de jugar tantos juegos en contra de Boston y tantos en contra de los Yankees”.
“El año que empujé las 150 carreras, y que tuve ese gran año, creo que parte de eso se debió al gran inicio que tuve, y recuerdo que mi primer hit de esa temporada se lo di al gran Pedro Martínez”, agrega Tejada.
“Abrimos la temporada de ese año en Baltimore contra Boston, y creo que di tres hits, y tener ese gran inicio, me sirvió como palanca, porque ustedes saben bien que cuando uno llega a un equipo nuevo, la incógnita de cómo te irá y cómo va a acoplarte con tus nuevos compañeros y cómo te aceptará el nuevo público una presión que siempre está latente”.
“También el haber jugado junto a Sammy Sosa en Baltimore fue grandioso para mí y aprendí muchísimo de él, más de lo que la gente pueda imaginar”, resalta.
“Nosotros éramos un grupo de muchachos jóvenes que estábamos jugando en Baltimore y necesitábamos un hombre con un nombre con el peso de Sammy Sosa”. Ese año fue espectacular para nosotros, Sammy nos ayudó muchísimo y no fuimos a los playoffs porque no teníamos pitcheo”, agrega el ex astro banilejo. “Pero esa pegada que teníamos cuando íbamos a jugar a todas las ciudades, con un hombre del prestigio y fama de Sosa al frente, me quitó a mí un poco de presión de encima, porque todo el mundo estaba buscando a Sammy y yo ahí escudándome detrás de él, aprendiendo de él, lo consultaba mucho, quedamos con una gran relación”.
“Sammy y yo nunca habíamos tenido una gran relación, porque él siempre había estado en la Liga Nacional y yo en la Americana, pero al encontrarlo en Baltimore pude darme cuenta de cuánta maldad es capaz de hacer la gente, porque luego de yo tratarlo en Baltimore y ver como ese hombre se comportaba con nosotros, como compartía, cómo ayudaba a los jóvenes y cómo nos hablaba, fue cuando dije: ‘Dios mío y porqué es que la gente dice tantas cosas negativas de este hombre, todo un gran ser humano, a tal punto que yo quisiera ser como Sammy Sosa”, resalta el llamado ‘Pelotero de la Patria’.
Texas les hizo 33 carreras
“Creo que lo más jocoso que viví en Baltimore fue cuando los Vigilantes de Texas nos hicieron las 33 carreras, creo que fue en 2005. Y lo peor es que jugué los 9 innings, cuando siempre se ha acostumbrado a dar descanso a los caballos en esos juegos abiertos, o que la pizarra está de un solo lado. Eso fue algo increíble”, narra Miguel.
Miguel también califica como memorables y bastante emocionantes las dos temporadas (2008-2009) en que jugó con los Astros de Houston.
“Tuve muchos momentos alegres en Houston”, afirma Miguel. “Aquella vez que tuve prácticamente hasta el último el día, creo que batallando con Hanley Ramírez para ganarme el liderato de dobles o creo que llegamos a la última semana peleando el liderato de bateo, son de los mejores momentos que recuerdo con los Astros”.
“Hice muchas cosas buenas en Houston, y además recuerdo que cuando a la ciudad fue aquel ciclón, entonces no pudimos terminar la serie en Houston y tuvimos que movernos a Milwaukee. “Ese fue el día que el venezolano Carlos Zambrano nos tiró el juego sin hits, agrega”. “Y tuve una actuación en ese juego, la cual defino como emocionante porque di dos batazos sobre los que se lució la defensa rival con dos jugadas espectaculares de cabeza”.
Ganó el Jonrón Derby
“Antes de ser miembro de los Astros, en Houston gané el ‘Jonrón Derby’ del Juego de Estrellas, y luego cuando fui a jugar allá, todo el mundo me hablaba de esa hazaña. Gané esa épica competencia de jonrones sin ser el favorito y fue algo realmente emocionante”, expresa orgulloso. “Ganar ese evento no es fácil, estuve compitiendo con Sammy Sosa, Barry Bonds, Ken Griffey Jr., Jim Tome, entre otros”.
El valor de su premio MVP
En cuanto al premio de Jugador Más Valioso de la Liga Americana (MVP) que conquistó en 2002, el ex toletero considera que “es algo que todo pelotero que lo consiga debe de apreciarlo y disfrutarlo con la familia por lo grandioso de ese preciado galardón”
“Usted ser el MVP ante tantos peloteros que les va bien y tienen una gran temporada es grandioso”, señala. “Ese es uno de los premios que me ha hecho sentir más importante en mi carrera, porque fue un año largo, trabajado, pero al final lo logramos”.
Tejada agotó sus primeras seis temporadas en MLB con los Atléticos de Oakland, franquicia en la que comenzó a tejer una larga cadena de 1152 partidos jugados en forma sucesiva. Esta racha llegó a su fin en 2007 (22 de junio), militando con los Orioles de Baltimore.
Cabe resaltar que con todo y estar inmerso en tan comprometedora racha, el astro nunca dejó de participar en la pelota otoño-invernal de su país con las Águilas Cibaeñas.
Al recordar esa hazaña Miguel revela que pese al logro, no fue un tramo fácil el que vivió a lo largo de dicha racha.
Sufrió mucho
“Debo confesar que durante esa cadena de juegos seguidos, tuve que jugar lidiando con más de 15 lesiones diferentes y acostumbrarme a soportar el dolor producido por las mismas”, enfatiza Miguel.
“En esa larga cadena de juegos jugados tuve que aprender y adaptarme a jugar muchas veces con magulladuras, halones, tirones, pelotazos, pisotones, y hasta una que otra cortada, pero gracias a Dios siempre pude seguir hacia delante”, Agrega.
“Durante mi cadena de partidos jugado, a veces los jugadores rivales se me tiraban, me cortaban, me doblaba un tobillo, pero jugué también toda mi carrera sufriendo de la muñeca derecha, que se me hinchaba producto de un sobre hueso, por lo que tenía que jugar todo el tiempo con la muñeca con tape, ya que me molestaba mucho, especialmente al inicio de las temporadas, por eso mis comienzos eran siempre por debajo, porque el frío me afectaba mucho, agrega”
“Siempre me consideré y me considero un hombre privilegiado por Dios, nunca pensé que iba a cosechar tantos logros en el béisbol, yo siempre fui del tipo de pelotero que salía al terreno y jugar siempre fuerte, volver al otro día y hacer lo mismo”, resalta Tejada.
Series del Caribe
En Series del Caribe también Miguel fue un verdadero ‘Caballo’ la mayoría de las veces jugando con su equipo de toda la vida en la liga dominicana, las Águilas Cibaeñas. Su valía en el tradicional evento caribeño está demostrada con los grandes números que puso, por su liderazgo indiscutible y por el hecho de que fue seleccionado para ser miembro del Salón de la Fama de la Serie del Caribe.
Tejada guarda algunos momentos o anécdotas algo jocosas que vivió en el llamado Clásico Caribeño.
“Disfruté una fiesta que hice a mis compañeros peloteros, luego de ganar una Serie del Caribe”
“Recuerdo que en una ocasión nosotros ganamos, o sea nos coronamos campeones en una Serie del Caribe como los equipos no llevan ese gran presupuesto a ese evento y yo tenía muy buen nivel económico en mí condición de estrella de Grandes Ligas, decidí armarle un fiestón en el hotel que estábamos allá en Puerto Rico, para la cual contraté a los Hermanos Rosario y al Conjunto Quisqueya y amanecimos gozando hasta el otro día, para celebrar en grande”, relata Miguel.
“Siempre me sentí identificado con mis compañeros peloteros y esa fiesta fue para mí como una especie de premio que quise entregarle por su gran entrega en el terreno y en el dogout que nos dio esa corona para República Dominicana. También llevaba y traía a muchos de ellos en mi avión privado en la Serie del Caribe, y todo eso lo hacía con mucho gusto porque era un honor para mí compartir con mis compañeros peloteros”, agrega el gran ex toletero banilejo.
Evitó una desgracia entre boricuas y dominicanos
Tejada también recuerda que durante una Serie del Caribe en Carolina, Puerto Rico, en el Estadio Roberto Clemente, tuvo la oportunidad de demostrar su status de líder del equipo dominicano, no solo en el terreno de juego, sino también en el dogout.
“Esa vez se armó el pleito entre los fanáticos boricuas y dominicanos y recuerdo que tuve que tomar el micrófono para hablarle al público y tratar de calmarlos, igual lo hizo José Valentín, para los puertorriqueños. Me sentí orgulloso porque cuando hablé a los fanáticos se detuvieron a escucharme y yo sentí que todo se detuvo porque les hablé, lo cual fue motivo de satisfacción para mí”, narra el llamado ‘Pelotero de la Patria’.
“Me sentí bastante bien porque mi gente dominicana residente en Puerto Rico, me vieron como un líder cuando les hablé en aquel momento de tensión y me escucharon, pude contribuir a que todo no terminara en una desgracia”, agrega.
“Me gocé el show de José Lima y Mike Quade”
“Con el gran José Lima, lamentablemente fallecido, tuve una gran relación, porque él fue de los que me agarró cuando llegué a las Águilas siendo un novato y me hizo sentir como su hermano, fuimos a muchas series del Caribe juntos, durante la temporada de MLB siempre nos llamábamos, en fin, éramos como hermanos”, afirma Tejada.
“Me tocó una anécdota con Lima que una vez estábamos en la Serie del Caribe en México, cuando el equipo de las Águilas lo dirigió el norteamericano Mike Quade, en un momento de un partido él llamó a lanzar a Lima que tenía un rato calentando y éste solo realizó un pitcheo al cual le conectaron un hit y Quade entró de inmediato a sacarlo, y para sorpresa de todos, Lima se mandó a correr para el jardín central y dijo que no iba a salir, que él no era hombre de hacer un solo lanzamiento o enfrentar a un solo bateador en ningún partido, o sea José armó uno de sus acostumbrados shows”, narra Miguel entre risas.
“Imaginen ustedes, Quade entró a sacarlo y Lima dijo que no iba a salir, salió corriendo hacia el jardín central, se negaba y el manager lo miraba incrédulo por su actitud, pero José dijo que ni siquiera había calentado bien. “Tuvimos que hablarle todos sus compañeros para que él saliera, dijo que ni siquiera había calentado y eso fue un show para él salir del terreno y aún recuerdo como Lima, con los ojos más abiertos de la cuenta, colocaba el dedo índice derecho hacia arriba y decía: “un solo pitcheo me dejó apenas hacer este barbarazo de Mike Quade”, puntualiza Miguel.
Clásicos Mundiales
“Participé en tres Clásicos Mundiales, desde el primero, yo creo que a mí me impactó ese primer equipo que se estructuró y fue un trabuco memorable”. Estuve bajo las órdenes de Felipe Alou, Manny Acta y Tony Peña, un verdadero honor para mí”, asegura Tejada.
Un honor
“El yo haber estado en el primer Clásico Mundial y verme junto a esos grandes jugadores como David Ortiz, Adrian Beltré, etc. “Aunque perdimos de Cuba, lo cual fue bastante doloroso para todos”, resalta Miguel.
Cogió su Avión y montó a toda su familia
“No me sentí contento al perder de los cubanos porque yo sabía que teníamos un equipo para ganar. Tenía mi avión privado, y como tenía un compromiso con Baltimore, monté a toda mi familia en el avión y me fui para Fort Lauderdale, Florida. Pero lo hice más por no perder la forma de continuar jugando. Llegué y al otro día estaba jugando”, aclara el ex toletero.
Invictos en 2013
“Pero lo que más me emocionó del Clásico de 2013 cuando ganamos invictos, fue que al no ser yo ya una estrella, estar sentado en el dogout y ver cómo esos muchachos venían hacia mí a consultarme qué hacer en determinados momentos de los partidos, eso me hizo sentir orgullosísimo, y creo que eso fue lo más emocionante que me pasó durante mi paso por esos memorables eventos”, refiere Miguel.
Miguel explica que “a pesar de que no pude hacer mucho en el terreno en el Clásico de 2013, sí hice mucho porque pude traspasar a esos jóvenes toda mi experiencia en el juego y de participaciones en ese gran evento y realmente fue algo grandioso para mí”.
“Y lo más importante fue que todo funcionó porque todos pudimos ver cómo esos muchachos salían al terreno a comerse a los rivales”, señala orgulloso.
El ‘Pelotero de la patria’ o ‘La Guagua’
Debido a su gran entrega en el terreno de juego y su comportamiento ejemplar fuera del diamante, Miguel Tejada ha sido objeto de dos apodos o motes a lo lardo de su carrera como pelotero profesional. “El apodo de ‘La Guagua’ es grande y yo siento que se esparció a nivel mundial por mi producción en el terreno de juego remolcando carreras y cosas. Pero con el apodo ‘El Pelotero de la Patria’ me identifico y distingo más, porque lo veo en el aspecto de la disciplina y lo humano, lo veo como fuera del terreno de juego”, explica.
“Creo que con la disciplina que he tenido, con el tipo de persona que he sido fuera del terreno de juego, a pesar de ser humano y quizás haber cometido errores, pienso el hecho de que te digan que eres el pelotero de la patria, para mí tiene un inmenso valor y más que quien fue el pelotero de la patria antes que yo, una persona que tuvo tanto respeto y tanta disciplina como Tony Peña, pienso que tiene mucho significado para mí”.
“Siento que ese mote de ‘El Pelotero de la Patria’ me lleva a que todos los días tenga que hacer algo bueno por los demás; y me ayuda a que mis pasos sean cada vez más firmes, porque no es un apodo cualquiera, es algo muy grande”, asegura. “A mis hijos, a mi familia, siempre trato de hablarles y decirles lo grande que es y el significado que implica el que las personas se detengan a decirte: ‘El Pelotero de la Patria”.