Al amigo Wander Fanco le han «caído todos los palitos» de buenas a primeras, y ha visto como le cambia la vida en un «abrir y cerrar de ojos», luego de las medias coercitivas que recibió en un tribunal en Puerto Plata.
Lo lamentable de todo esto es que el pelotero dominicano no volverá a jugar en las grandes ligas, y en el caso muy remoto que lo haga, será un milagro de los que sólo se leen en los libros religiosos.
La historia del béisbol profesional de los Estados Unidos dice mucho y es constante. Casos de menos envergadura han terminado en desaparición del jugador, como es el caso más reciente de Trevor Bauer, lanzador de los Dodgers que cuando estaba elegible para jugar, lo dejaron libre, le pagaron y nadie lo firmó o contrató.
Para que Franco vuelva a las mayores, primero tiene que recibir una visa de trabajo, y estas son muy estrictas e inhabilita automático a quienes tienen problemas legales, y todo luce que hace rato Franco los tiene.
Si Wander no puede viajar a trabajar, independientemente que no tenga impedimento de salida, «se cae de la mata» que no podrá cumplir con su contrato de trabajo y por ende no recibe pago alguno.
Las leyes en todas partes se parecen cuando se trata de faltas a su contrato laboral, y desde que alguien no puede asistir a cumplirlo, el empleador tiene el derecho de terminarlo.
Osea, en poquísimas palabras, si no tiene visa no puede trabajar con Tampa Bay.
Y ojo, no he usado las palabras con las que en lo adelante describirían a Wander Franco porque son muy feas.
Una situación tan difícil como penosa.
El pelotero dominicano es una estrella del béisbol, pero «en esta vuelta» acaba de recibir UN PONCHE FRANCO ABANICANDO.