Miles y miles de niños corren tras el sueño de convertirse en peloteros de las Grandes Ligas.
Algunas lo hacen en condiciones precarias, y es por ello que cuando son firmados, la satisfacción es doble.
Pero luego llegan a Estados Unidos a batallar con el idioma, cultura diferente, y algo relevante: Ganarle un puesto a muchos otros jugadores de gran talento y calidad.
Se estima que menos de 5 peloteros de cada 100 llegan a Grandes Ligas, lo que motiva una gran celebración cuando uno de ellos lo logra.
Una vez firmado, al recibir sus primeros dólares, le hacen una casa a su madre, se compran un carro, y su vida comienza a cambiar.
Eso es el orden personal. Pero cuando evaluamos lo que significan para el país, el tema es admirable.
Con cada proeza en Grandes Ligas, estos peloteros ponen en alto el nombre de la República Dominicana.
Y esa admirable, que RD, un país relativamente pequeño, sea el mayor productor externo de peloteros.
Algunos fallan, pero son los menos. La mayoría son orgullo de su país, de su familia y de sus amigos.
Hoy podemos exhibir cuatro Hall Of Fame: Juan Marichal, Pedro Martínez, Vladimir Guerrero y David Ortiz.
Rumbo a mil peloteros en Grandes Ligas, todos podemos gritar: «Un aplauso para nuestros peloteros».
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